Yo olvidé todo eso…
No recuerdo… Por
conveniencia, que fui yo quien defraudó primero…
Que tú perdonaste y
juntos seguimos adelante
Y de nuevo, fui yo
quien le prendió fuego…
Yo olvidé todo eso…
Olvidé también el
cincelado de tu cuerpo,
La sonrisa a mano que
te dibujaron los bosques…
Ese andar tan tuyo por
los huertos que solo tú conoces…
Olvidé el aroma de tu
cabello que se desprende después de bailar con el viento.
Olvidé, también, las
maromas de muñeco aporcelanado del que pretende, pues, acomodar un sentimiento.
Olvidé todo, el sabor
de tus labios, la posición de tus lunares extraños.
El final de tu espalda
y cómo tus abrazos me calman.
Las gotitas de sudor
que se te resbalan por detrás del cuello…
Mucho sol, abrigo y
sombrero…
Olvidé también que sin
tus lentes no ves bien
y que con ellos te ves bien,
pero aquellos dicen: te
ves bien sin ellos.
Y entonces juegas al
juego que llamas ensayo sobre la ceguera intentando ver bien sin lentes
porque te ves bien sin ellos dicen aquellos…
Olvidé que reíamos
juntos de todas estas palabras, las cosas extrañas y una que otra maraña
Bueno, olvidé también
que… tú no existes.